La mama está constituida por lóbulos y lobulillos conectados por ductos, todo ello rodeado de grasa que le aporta su consistencia y le da volumen. La leche se produce en los primeros y es conducida hacia el pezón mediante dichos ductos o conductos galactóforos.

El cáncer de mama es el tumor maligno que se origina en el tejido de la glándula mamaria.

Cuando las células tumorales proceden del tejido glandular de la mama y tienen capacidad de invadir los tejidos sanos de alrededor y de alcanzar órganos alejados e implantarse en ellos, hablamos de cáncer de mama.

¿Cómo se desarrolla?

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Una célula normal es capaz de dividirse, crecer y con el tiempo, también morir. A diferencia de estas células normales, las células cancerosas siguen creciendo y dividiéndose de forma descontrolada, y no se mueren cuando lo deberían hacer. Esta perdida de los mecanismos de autorregulación es la causa de los tumores en general.

Cuando estas células además de crecer sin control, adquieren la capacidad de invadir tejidos y órganos de alrededor (infiltración) y de trasladarse y multiplicarse en otras partes del organismo (metástasis) se denomina tumor maligno, que es a lo que llamamos cáncer.

El cáncer de mama es el tumor maligno que se origina en el tejido de la glándula mamaria. Su crecimiento puede ser local, afectando estructuras vecinas como la pared torácica (músculos y huesos) y la piel. Además puede diseminarse vía linfática a través de la red de vasos linfáticos que posee la mama, llegando a afectar a los ganglios situados en la axila (lo más frecuente) o a los situados en el territorio de la arteria mamaria interna (zona central del tórax) y ganglios supraclaviculares (encima de la clavícula).

Otra posible vía de diseminación es la hematógena. A través de los vasos sanguíneos, las células tumorales salen a otras partes del cuerpo pudiendo llegar a otros órganos como los huesos, pulmón, hígado y piel; esto se conoce como metástasis.

Factores de riesgo

Se conoce como un «factor de riesgo» a todo aquello que aumenta el riesgo de algo, en este caso de desarrollar cáncer de mama. La mayoría no se pueden modificar como: la edad, los antecedentes familiares y personales. Sin embargo, hay otros como el peso, la actividad física y el consumo de alcohol, que si son modificables.

La mayoría de cánceres mama son esporádicos. Esto quiere decir que como máximo, sólo en el 10% de los casos, es decir, de 1 de cada 10 pacientes, encontramos una causa genética al cáncer de mama. Tres de los genes más conocidos que pueden mutar y aumentar el riesgo de desarrollar cáncer de mama o de ovario son los genes BRCA1, BRCA2 y PALB2.

Se sabe que el riesgo absoluto a los 70 años de padecer cáncer de mama para las mujeres con una mutación en BRCA1, varía entre el 55 y 65%. Esto significa que, de cada 100 mujeres portadoras de estas mutaciones, entre 55 y 65 % puede desarrollar cáncer de mama si viven hasta los 70 años. En el caso de las mujeres con una mutación en BRCA2, el riesgo es un poco menor: 45%

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