Nos encontramos en un mes, diciembre, en el que se suele respirar un ambiente más cercano, amistoso… por la proximidad de las festividades navideñas. Intentando dar un fiel reflejo de las posibilidades que ciertas actitudes puestas en práctica por las y los profesionales pueden provocar en las personas que les rodean y a las que atienden, al tiempo que logran su propio beneficio, se trasladan estas palabras e informaciones con la finalidad de ayudar a recordar y comprender que se deben y pueden utilizar a lo largo de todo el año, no son exclusivas de momentos concretos.
Comentan diferentes fuentes expertas que el rostro es la lupa de las emociones y por ello se suele decir que es el reflejo del alma. La expresión facial trasmite fielmente el estado de ánimo, los sentimientos y Paul Ekman hablaba en sus estudios de la existencia de 6 expresiones universales, independientemente de la sociedad o cultura a la que se pertenece por lo que se identifican del mismo modo en todo el mundo: la alegría, la tristeza, la ira, la sorpresa, el asco y el miedo. El resto de los gestos que realizamos son aprendidos y se captan a través de la mirada que tiene un gran efecto en la comunicación entre las personas.
Cada persona solo necesita una mirada y menos de un segundo para captar el humor de su interlocutor/a y hacerlo suyo. Basta con fijarse en su expresión facial para imitar su sonrisa o su cara de enfado. Se trata de una reacción automática e inconsciente que nos permite empatizar con la otra persona y con sus sentimientos.
Este proceso automático se activa al ver una expresión en una cara (ejemplo: una sonrisa), se produce la imitación de la expresión facial ya que se activan las mismas zonas cerebrales relacionadas con la expresión observada y da finalmente, origen al sentimiento (ejemplo: felicidad, calma) ya que la imitación puede influir en los sentimientos. Es decir, en menos de un segundo somos capaces de imitar los gestos de otra persona y hacer nuestros sus sentimientos sin darnos cuenta.
La sonrisa y su hermana mayor, la risa, liberan endorfinas, dopaminas, serotonina y adrenalina que contribuyen a reducir dolor físico, emocional y mejorar la salud porque activan el sistema neuroendocrino e inmunitario, elevan el número de leucocitos y favorecen la plasticidad cerebral. Además, los textos expertos en medicina psicosomática afirman que la sonrisa reduce hasta un 60% el tiempo de recuperación de las personas enfermas porque activa la fuerza curativa del organismo y cuando no es posible la curación, trasmite el respeto y el acompañamiento para tratar de mantener su calidad de vida.
Por lo tanto, sonreír es proyectar hacia quien nos rodea un semáforo de luz verde, que nos acerca y nos hace más accesibles ya que trasmite afecto, confianza y aceptación al tiempo que produce el efecto contagio en quien lo observa. Pero además quien sonríe sentirá sus beneficios ya que inspira alegría, permite conectar mejor con quien tenemos delante y aporta credibilidad.
Se trata de un sencillo gesto facial que puede posibilitar que nuestro día a día como profesionales sea un poco más amable y con vivencia de sentimientos agradables y les ayudemos a las personas atendidas con otro tratamiento que no se receta sino que se comparte a través de la mirada y el gesto; ya que a pesar de las mascarillas se pueden ver las arrugas que se producen en los bordes de los ojos al sonreír y su reducción de tamaño. PROBEMOS A SONREÍR MÁS PARA MEJORAR EL AMBIENTE, LA CONVIVENCIA, QUIEN TE RODEA EN LA HABITACIÓN ACABARÁ SONRIENDO CONSCIENTE O INCONSCIENTEMENTE!!!
“La sonrisa enriquece a quienes la reciben, sin empobrecer a quienes la dan. Dura un segundo pero su recuerdo, a veces, nunca se borra”
Equipo Género y Salud