Si padeces enfermedad inflamatoria intestinal (enfermedad de Crohn o colitis ulcerosa) es importante prestar atención a tu alimentación para mantenerte sano, minimizar los síntomas de la enfermedad y evitar carencias nutricionales. Sin embargo, es posible que te surjan dudas acerca de qué puedes o debes comer. Como sabes, se trata de una enfermedad crónica que alterna períodos de remisión (sin síntomas) con otros de fase activa de la enfermedad (brotes), y la dieta dependerá de la fase en la que te encuentres.

Desafortunadamente no existe un plan de alimentación que sirva para todos los pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal, pero a continuación, te damos unas recomendaciones generales que esperamos que te ayuden en tu día a día.

Los consejos de alimentación son los mismos que para la población general: se recomienda realizar una dieta equilibrada, suficiente y lo más variada posible, con la ingesta adecuada de proteínas, carbohidratos y grasas, así como de vitaminas y minerales. La dieta mediterránea es un buen ejemplo de dieta equilibrada.

Para ello:

  • Consume de manera habitual frutas, verduras, legumbres, cereales y frutos secos.
  • Reduce el azúcar añadido: limita el consumo de alimentos muy dulces, azúcar de mesa, zumos industriales y refrescos azucarados.
  • Elige carnes magras (aves, conejo) y aumenta el consumo de pescado.
  • Limita el consumo de grasas saturadas (carne grasa, mantequilla, aceite de palma o de coco, nata, queso) y de grasas trans (pizzas congeladas, tartas, galletas, pasteles).
  • Modera el consumo de sal.

Durante la fase de remisión solo debes evitar aquellos alimentos que de forma repetida empeoren tus síntomas. Como hay grandes diferencias entre cada paciente, tu experiencia te ayudará a reconocer aquello que te sienta peor. Un registro dietético diario puede ser útil para identificar estos alimentos.

En el caso de que tengas enfermedad de Crohn con estenosis se recomienda reducir el consumo de fibra, sobre todo insoluble, contenida en el salvado de cereales, alimentos integrales o verduras como espárragos o alcachofas.

Recuerda: una alimentación equilibrada y que incluya la mayor variedad de alimentos posibles es la base de una buena nutrición. Así, cuantos más elimines de tu dieta, mayor probabilidad de padecer déficits nutricionales.

La bebida principal debe ser el agua, al igual que en el resto de la población. Otras bebidas como los refrescos, las bebidas alcohólicas o el café pueden irritar la mucosa digestiva: intenta limitar su consumo a ocasiones especiales. El café descafeinado se suele tolerar mejor.

La ingesta de líquidos debe ser entre 1,5 y 2,5 litros al día.

Tan importante son los alimentos que eliges como los hábitos de tu día a día, así que no te olvides de estos consejos:

  • Reparte la ingesta en 5 comidas al día: tres comidas principales (desayuno, comida y cena) y dos tentempiés/aperitivos (a media mañana y media tarde): esto permite que las digestiones sean menos pesadas.
  • Bebe a sorbos pequeños, preferentemente fuera de las comidas y evita el uso de pajitas.
  • Come despacio y mastica bien cada bocado: cuanto más triturado esté, más fácil será para el intestino digerir y absorber los nutrientes.
  • Evita los alimentos muy fríos o muy calientes.
  • Intenta mantener unos horarios regulares de comida.
  • Evita comer de pie: es preferible comer sentado y en un ambiente relajado.

Habitualmente se recomienda una dieta con bajo contenido de lactosa, baja en fibra y controlada en grasas. Tu médico te indicará los alimentos permitidos dependiendo de la gravedad del brote (grave, moderado o leve).

Recuerda que el intestino está recuperándose de la inflamación y eso lleva un tiempo. La introducción de alimentos debe ser gradual, evaluando la tolerancia individual. Añade los alimentos de uno en uno y observa como te sientan. Si alguno no te sienta bien, deja pasar un tiempo antes de probar otra vez.

Introduce las legumbres primero trituradas con batidora y pasadas por el pasapurés, después sólo trituradas con batidora, y si te sientan bien, puedes tomarlas enteras. Acuérdate de dejarlas en remojo toda la noche, desechar el agua del remojo y cocerlas durante suficiente tiempo.
La patata, zanahoria y la calabaza suelen ser bien toleradas. Añade progresivamente el resto de verduras, primero en puré y preferiblemente mezcladas con patata, después cocinadas, y si te sientan bien, puedes tomarlas frescas.

Las frutas mejor toleradas son la manzana, la pera y el plátano, maduras y elaboradas en compota, asadas o trituradas. Tanto las frutas como las verduras sientan mejor si les quitas la piel (es donde se concentra la fibra insoluble) y evitas las semillas.

Los frutos secos, tostados y en pequeñas cantidades, se toleran mejor que crudos o fritos.

Reintroduce progresivamente productos lácteos en tu dieta: yogures, quesos, leche.

Si sufres de hinchazón de abdomen y gases, limita el consumo de alimentos como coles de Bruselas, coliflor, repollo, legumbres o bebidas gaseosas.

Si padeces enfermedad inflamatoria intestinal, mantener un adecuado estado nutricional puede convertirse en un reto por varios motivos:

  • En la fase de remisión, las necesidades energéticas y de proteínas son parecidas a las de la población general y dependen de varios factores como tu edad, sexo, peso, talla y actividad física; sin embargo, durante los brotes es frecuente que los requerimientos nutricionales sean más elevados.
  • Además, los síntomas de la enfermedad (diarrea, dolor abdominal, estreñimiento, vómitos, saciedad precoz, pérdida de apetito) pueden hacer que comer suponga un esfuerzo en lugar de un placer, de manera que la ingesta sea insuficiente.
  • Por último, en algunos pacientes la inflamación del tracto digestivo puede interferir en el proceso de digestión o absorción de los nutrientes.

Estos factores hacen que la desnutrición sea un problema frecuente asociado a la enfermedad. Si has perdido peso de manera involuntaria, consulta con tu médico.