Es una parte de la fisura labio palatina que afecta a la zona del alveolo dentario o la encía.

Tiene la peculiaridad de que es la única zona de la fisura palatina donde debemos reconstruir el hueso, ya que es fundamental para mantener la estabilidad de los segmentos, dar soporte a la nariz y permitir que salga a través de ella el diente.

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¿Cuándo se interviene?

En la mayoría de los protocolos se ha optado por realizarlo en el periodo secundario, durante el recambio de dientes de leche a definitivos, porque se ha visto que es cuando hay mejor resultado y menos problemas de crecimiento maxilar.

¿Qué hay que hacer antes?

Cuando empiecen a salir los dientes definitivos se iniciarán los protocolos de Ortodoncia, realizando radiografías para ver la madurez dental, esquelética y posibles alteraciones dentales.

La ortodoncia se iniciará en coordinación con la Unidad.

Se buscará alinear y regularizar los segmentos maxilares para facilitar la intervención.

Cuando la raíz del canino o colmillo del lado de la fisura se ha desarrollado 2/3 se programará la intervención.

Realizaremos un control estrecho en consultas en este periodo.

La intervención

Se extraen fragmentos de hueso de la parte interna de la cadera por una incisión en la cara lateral de la misma.

En la encía se despega y crea un bolsón que se rellena con el hueso.

A continuación se deja puesto el arco dental para fijar la zona.

El ingreso habitual es de dos días, pudiendo existir algo de dolor que lo prolongue.

A partir de las 24 horas iniciamos dieta triturada que hay que mantener 6 semanas.

Los dientes inferiores se pueden limpiar desde el segundo día, los superiores a partir del 5º con un cepillo suave, “quirúrgico” y evitando tocar la zona intervenida.

Es importante que no reciba ningún golpe en la zona durante 6 semanas, por lo que no podrá realizar deportes durante ese tiempo.

No se pueden realizar maniobras ortodóncicas hasta las 12 semanas.

Mediante radiografía a los 6 meses y TAC a los 12 meses.

La principal complicación es la resorción del injerto, esto es, que no prenda el hueso. El fracaso puede obligar a la reintervención.

Como complicaciones leves, cierta cojera transitoria o encorchamiento del muslo, dolor, sangrado.